Existe una verdadera crisis en los tiempos que corren, más profunda si cabe y con mayor propagación en la sociedad actual en la que vivimos, como es, las cuestiones dedicadas a la identidad o mejor dicho, las ideas. Y eso que vivimos en una constante perfecta entre amistades y relaciones que no se sostienen ni con mirarlas.
La identidad es algo que no se compra, se genera con las ideas, con los hechos, con las creencias, con la fe en uno mismo y en sus pasiones. Algo que se está verdaderamente perdiendo, sobre todo porque no se es constante en los pensamiento y mucho menos en las ideologías.
El mitin de Málaga me ha recordado dos cosas fundamentales, una, tenemos que aprender, los jóvenes que aquellos que lucharon durante años por su patria, las nuestra, que aquellos que fueron verdadera cabeza de las políticas progresistas y desarrollo de nuestro país, que aquellos que lo dieron, lo dan y lo darán todo, por sus hijos, por sus gentes, son los que realmente se merecen ser grandes valedores y nos enseñan que en verdad existe solución a los grandes problemas de nuestra sociedad, estos son nuestros mayores. Padres, madres, abuelos y abuelas, que sin duda estuvieron y están a la altura de las circunstancias. Y dos, que ser firme en las convicciones ideológicas, está a la altura de muy pocos y sobre todo viendo lo que acontece, se me hace algo mucho más complicado. No es más poderoso quien más riqueza tiene, sino el que más constancia en su identidad posee.
Cuando una ve que la movilización de los españoles depende en gran medida de las personas algo más mayores, que lucharon para poder movilizarse, pienso que algo está pasando y reflexiono en que se necesita una firme y contundente respuesta por parte de la juventud española hacía compromisos más importantes. No solo de aquellos a los que les gusta la política, sino del conjunto, y no minoritario, de la sociedad joven. Tenemos el deber de actuar, opinar y gritar si es pertinente de las cuestiones diarias, del futuro y aprender el pasado. Trabajar el presente y adoptar la historia. Ser parte activa de la sociedad. Aprender de los mayores, simplificar las complejidades, comprometer posturas y sobre todo firmes y no cambiantes en las ideologías para poder tener grandes índices de credibilidad, ya que esto es sin duda el mayor virus y problema que se detecta en el mundo político, aviadores sin rumbo, ni orden, ni concierto y sin aeropuerto, que cambian de ideas como de camisa y que aterrizan donde más y mayores aplausos se reciban.
Estas son grandes medidas para solucionar la grave crisis de identidad e ideología, por la que estamos viviendo. Esto solo lo podemos arreglar nosotros.
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