El ocaso llega sin mediar palabra, la resolución de una vida útil es sin duda lo que más miedo pueda dar, pero hoy sé, que tú, has hecho lo que has querido, que has amado hasta la saciedad, que te han amado y que nunca te podremos dar todo aquello que tanto nos has dado, amor. Tu ocaso se ve por la cuesta de la ermita, subir lentamente pero cada vez con menos lentitud, llegará seguro, como a todo hijo de vecino, porque si hay algo seguro en esta vida, es que todos saldaremos y liquidaremos cuentas, con el que hay arriba nos espere. Y tú sin duda estarás sentada a la derecha del padre.
No quiero creer en los finales tristes, en las despedidas rugosas, sin beso final, porque no quiero verte en el traje de roble que al final todos vestiremos y menos a ti. Sé que hoy este escrito no viene al caso de nada, porque nada pasa y nada es, pero me dí cuenta, cuando el otro día susurrabas tus miedos, que sabes lo cerca de tu altura y la sensación a no querer creer, que hoy esta más cerca la última palabra entrelazada entre nosotros y sin duda yo, soy el que más miedo tengo, porque tú, estas segura de tu destino y de tu vida.
A partir de la fecha quiero vivir al máximo nuestra estancia junta, tus caricias, sentir tus manos arrugadas por el fragor del trabajo y del tiempo pasado, hoy más que nunca soy más tuyo que de nadie, eras más nuestra que del cielo.
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