Me lo he pensado estos días, pero haya voy; el casamiento de la Duquesa de Alba me parece de lo más esperpéntico, patético y de lo más descarado, así como la bufonada mas importante de los últimos años, en materia social. Estamos viviendo días tan convulsos, llenos de penurias, dificultades, verdaderas situaciones complicadas, para familiares, vecinos y demás ciudadanos de este país, que esta boda de engañabobos hace que confirme más mis ideas y mis discrepancias. Una boda repleta de millones repartidos sin esfuerzo, ni en la repartición y mucho menos en su obtención, una boda de disputas familiares televisivas, radiofónicas, que rozan la barbaridad, de enfermedades inventadas para no asistir y sobre todo una boda de amor sin amor, en la que solo me queda el recuerdo de un baile enfermo sin zapatos, mientras el impasible y paciente hombre de la guadaña espera y anima a que la “bailaora” concluya de su rechinante actuación. Pero más grave me parece el seguimiento que ha tenido en las televisiones, que haya sido más importante si cabe, que la posible recensión a la que se enfrenta la Unión Europea.
Pero esto es España amigos, un gran país, que en muchas ocasiones las panderetas y los cohetes no dejan paso a la cordura.
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